12 septiembre 2010

FRONTERAS QUE VAN CAYENDO


 Eschucha abajo este texto.


 Este es un buenisio artículo del catedrático de economía Juan Tugores Ques.

Ya está aquí: una nueva etapa en la redistribución del poder económico global se está visibilizando de forma cada vez más nítida, confirmando la hipótesis de que en los futuros libros de historia probablemente se considerará como el principal efecto de la crisis financiera iniciada a finales de la primera década del siglo XXI la transición del potencial económico y político de forma sustancial hacia las más destacadas economías emergentes.

Una operación que sería de retorno para quienes gustan de recordar que, en los siglos anteriores a la Revolución Industrial, eran ya China e India quienes encabezaban prácticamente todos los indicadores, como ha ido documentando con profusión el profesor Angus Maddison, que nos dejó hace pocos meses.

Ya no se trata sólo de países con mano de obra u otros recursos abundantes y baratos. Ya no se trata sólo de países con un potencial de demanda que la crisis ha convertido en el principal motor del dinamismo de la economía global. Ya no se trata sólo de lo que Garelli denominó “el Sur sale de compras” para describir cómo el poder financiero de las economías con excedentes no se limita a adquirir bonos o deuda emitidos en las economías avanzadas, sino que entra en posiciones de control y decisión cada vez más relevantes. Las urgencias de la crisis condujeron a flexibilizar tabúes y recelos en forma de “proteccionismo inversor”, incluso en algunos sectores estratégicos.

Además de todo eso, cada vez son más frecuentes los casos en que las empresas con base en las economías emergentes muestran interés en proyectos de inversión que dan lugar a una subasta entre territorios avanzados para captarlos. Cuando aún resuena la oleada de deslocalizaciones de las empresas automovilísticas (y de otros sectores) tradicionales hacia economías emergentes y las pugnas para retener segmentos –si puede ser de alto valor añadido– en las economías occidentales, vemos cómo las empresas chinas o indias, en los mismos o análogos sectores, plantean localizaciones –con componentes logísticos, pero, en ocasiones, con otras etapas de la cadena de valor asimismo interesantes– por las que suspiran y pugnan nuestras economías.

Y, como muestran algunos de los proyectos que han sido noticia reciente, las fronteras invisibles que parecían proteger a las economías avanzadas, como la garantía de alta calidad o la sensibilidad medioambiental, están comenzando a ser horadadas. Ciertamente, la geografía de la actividad productiva se está haciendo mucho más poliédrica, pero todos los cambios apuntan en la misma dirección en lo que respecta a desplazamientos del poder de decisión.

Sistema financiero
¿Cuál es ahora la siguiente frontera? Probablemente la calidad del sistema financiero, auténtico talón de Aquiles de la economía china (y otras emergentes), lugar en que se producen –y pasan factura– las fricciones (seamos políticamente correctos) entre sistema económico y sistema político. Pero hay que ser conscientes de que una inadecuada solución de los problemas financieros en Occidente, junto a las eventuales medidas que con su habitual pragmatismo se pueden implementar en China, puede también ir erosionando esa frontera. Ricardo Caballero, del MIT, ha insistido en el papel clave de la escasez de activos de alta calidad a escala global, explicando cómo el intento de “fabricarlos sintéticamente” en Estados Unidos fue el origen de la crisis financiera.

¿Cuáles serán en el futuro esos activos? Estando bajo vigilancia, como consecuencia de los excesos del pasado reciente, la deuda –pública y privada– de economías avanzadas, podemos asistir a movimientos en que se busquen alternativas –como, de nuevo, las commodities–… a la espera de que los sistemas financieros de las economías emergentes puedan generarlos. Entonces, la vuelta de tuerca será aún más decisiva. Sobre todo si, en paralelo, vamos dejando degradar la calidad del tejido institucional que también creíamos que marcaba una diferencia a nuestro favor frente a los emergentes.

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