01 octubre 2010

La Batalla por la Ecomomía Mundial del siglo XXI


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Crecen las tensiones en los mercados cambiarios internacionales a medida que se calienta la retórica política y los países luchan por proteger a sus exportadores. Los últimos acontecimientos intensifican los temores a que se desaten guerras comerciales dañinas.
Al menos una media docena de países están activamente tratando de reducir el valor de sus monedas. El de más alto perfil es Japón, que intenta detener el alza del yen que desde mayo se ha revalorizado el 14%. El Congreso de Estados Unidos considera un proyecto de ley que acusa a China de mantener su moneda artificialmente baja. El presidente del banco central de Brasil, mientras tanto, ha declarado que el país podría imponer un impuesto a la inversión extranjera en renta fija, que ha contribuido a un alza importante en el real.
En el actual entorno, con muchas economías aún debatiéndose para recuperarse de la crisis financiera global, crece la preocupación por la posibilidad de que los legisladores podrían volverse más agresivos en la defensa de los intereses comerciales de sus países.
El incremento del proteccionismo es "un riesgo muy grande", sostiene Erin Browne, estratega del mercado bursátil en Citigroup.
Los problemas en los mercados cambiarios podrían ser también un tema de discusión en la próxima asamblea del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial que se realizará en Washington. En ella se reunirán los presidentes de los bancos centrales y funcionarios de los ministerios de Economía.
El gobierno japonés intervino en los mercados cambiarios este mes por primera vez en años. Para contrarrestar el alza del yen, el Banco de Japón vendió unos 20.000 millones de dólares en yenes, en lo que fue considerado el mayor esfuerzo hecho en este sentido en un mismo día.
Japón se sumó a otros países asiáticos emergentes que están combatiendo el alza de sus monedas casi a diario, tales como Taiwán, Corea del Sur y Tailandia. En América Latina, Brasil, Colombia y Perú también han intervenido para combatir el alza de sus respectivas divisas.
En tanto, en Estados Unidos las presiones proteccionistas han aumentado, especialmente con respecto a China, que se considera ampliamente que está manteniendo a su moneda, el yuan, en niveles artificialmente bajos para incrementar sus exportaciones y para que a sus habitantes les resulte más caro comprar productos fabricados en el extranjero. Se espera que el jueves, la Cámara de Representantes apruebe una ley que llevaría a las compañías estadounidenses a argumentar que la política cambiaria china constituye un subsidio injusto.
El director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, dijo que no descarta una guerra cambiaria y que los funcionarios tanto del Fondo como de los países del G-20 están trabajando activamente para evitar una batalla de devaluaciones competitivas.
Sin embargo, en declaraciones a la prensa, Strauss-Kahn dijo que no cree que exista un riesgo importante de que esa guerra se produzca. "No hay nada bueno que esperar de una intervención", dijo. "La historia muestra que el efecto de ese tipo de intervención no dura por mucho tiempo".
Parte del desafío proviene porque los movimientos en el mercado cambiario que están generando la ira de los bancos centrales y los políticos son impulsados por inversores a largo plazo.
Los principales mercados emergentes están atrayendo capital del mundo desarrollado, incrementando la demanda por las monedas locales. Mientras tanto, la inflación está cobrando fuerza en Asia, llevando a tipos de interés más altos. Los inversores perciben esos desajustes y están llevando el dinero de Occidente a Oriente, atraídos por las altas rentabilidades.
La retórica más encendida de esta semana provino de Brasil, donde el real ha subido más de 30% contra el dólar a consecuencia de que los inversores buscan favorecerse de sus altos tipos de interés. El lunes, el ministro de Finanzas, Guido Mantega, criticó a Estados Unidos, Japón y otros países ricos que estarían dejando que sus monedas se debiliten para alentar su crecimiento, a costa de otros exportadores como Brasil.
"Estamos en medio de una guerra internacional de tipos de cambio", dijo Mantega. "Esto nos amenaza porque se lleva nuestra competitividad", agregó. El presidente del banco central de Brasil, que ha estado interviniendo en los mercados cambiarios para frenar el alza del real, fue más circunspecto el martes. "Existe un problema cambiario muy serio que debe ser enfrentado", dijo Henrique de Campos Meirelles. Agregó que subir los impuestos a los flujos de capital es una posibilidad.
El gobierno dice que la tasa de referencia brasileña de 10,75% es necesaria para aplastar la inflación y evitar que la economía más grande de América Latina se sobrecaliente. Pero esas tasas atraen un flujo de inversiones de especuladores que toman prestado en EE.UU. y Japón, donde el dinero está barato, y lo depositan en Brasil. El ingreso de capitales impulsa todavía más al real.
Con las elecciones presidenciales brasileñas fijadas para este domingo, el fortalecimiento de la moneda es el principal problema económico que enfrentará el próximo mandatario.

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