09 octubre 2010
Capital riesgo europeo: a la búsqueda del crecimiento
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Dada la situación en la que se encuentra la economía mundial, y más en concreto la europea, las firmas de capital riesgo del Viejo Continente están frente a un dilema: ¿Cómo obtener retornos atractivos para sus inversores en un mercado, el europeo, que no crece? Esta es la pregunta a la que los gestores de fondos de capital riesgo paneuropeos o locales del continente tienen que dar una respuesta si quieren continuar en este negocio.
El objetivo del “private equity” era, es y será siempre aumentar el valor de las compañías en las que toma una participación, y una vez madurada la inversión, venderla para obtener beneficios. Por esta razón, este tipo de inversor busca empresas que pertenezcan a sectores dinámicos de la economía, o en las que puede generar valor ayudando a optimizar la gestión, contribuyendo al desarrollo de estrategias, facilitando el acceso a la financiación, identificando posibles adquisiciones, y, en una palabra, apoyando a los empresarios en el desarrollo de sus proyectos.
Es cierto que, durante un corto periodo de tiempo, en los que en Europa había abundante liquidez, la facilidad para adquirir deuda permitió al capital riesgo aspirar a mejorar sus retornos mediante el apalancamiento. Ello supuso que se hicieran grandes operaciones de MBO y LBO que generaron muy buenos resultados mientras los mercados crecían, pero dejaron de hacerlo tras la llegada de la crisis.
Dado que parece que las economías europeas van a tardar años en recuperarse, los inversores de capital riesgo pueden buscar el crecimiento en dos caminos: el de invertir en empresas que operan en nichos novedosos, o el de canalizar recursos a las economías emergentes de Iberoamérica, China e India.
Esto último es lo que están realizando, fundamentalmente de dos maneras: uno, apoyando la expansión de compañías europeas en estas regiones y dos, instalándose en estos países para llevar a cabo inversiones directas. De hecho, The Emerging Markets Private Equity Association anunciaba recientemente, que la inversión de las firmas de Capital Riesgo en los países de economías emergentes, ha aumentado un 62% en 2010, al haber alcanzado los 13 mil millones dólares en el primer semestre de 2010, frente a los 8 mil millones del mismo periodo del año anterior.
Así cada semana conocemos la apertura de una nueva sede de una empresa de capital riesgo en estos mercados: esta semana fue la del fondo americano Conduit en Méjico, para invertir en infraestructuras, y la semana pasada fue Mercapital en Brasil, para apoyar a las empresas españolas instalándose allí.
Esto es un ejemplo más de las leyes inexorables de la economía: cualquier recurso tiende a desplazarse allí donde puede ser utilizado más eficientemente, y su precio depende de su escasez relativa. En consecuencia, el capital, abundante en los países desarrollados, se está desplazando a las economías en crecimiento donde las necesidades de inversión lo hacen más necesario, y consecuentemente su rentabilidad esperada es mayor. Las empresas de capital riesgo, desplazándose allí, actúan como cabezas de puente de un desembarco que beneficiará a los ahorradores de los países desarrollados, y a las poblaciones de los países emergentes. Y todo parece indicar que este desembarco no ha hecho más que comenzar.
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