16 noviembre 2010

Especulación de materias primas

Las cebollas son un ingrediente importante en la historia de la especulación con materias primas. En 1958, cuando los agricultores de EEUU protestaron contra los movimientos especulativos que provocaban fuertes oscilaciones en los precios, los contratos de futuros de cebollas quedaron prohibidos.

Ahora, ante el incremento de los precios del crudo, los metales y los cereales, los especuladores vuelven a situarse en el punto de mira. Tal es el desastre que, al parecer, habrían provocado, que Nicolas Sarkozy podría aprovechar la presidencia de Francia del G20 para impulsar una normativa que frene sus actividades.

En los últimos años, los inversores parecen haberse aficionado a las materias primas. Según Barclays Capital, actualmente se destinan unos 320.000 millones de dólares al comercio de estos productos frente a los 6.000 millones de dólares de hace sólo una década. Esa cantidad no incluye hedge funds, cuya contribución es significativa, pero difícil de calcular.

Las gestoras de fondos, que hace algunos años destinaban una mínima cantidad a las materias primas, dedican ahora un 5% de su liquidez a éstas. Las materias primas diversifican las inversiones: en teoría, las oscilaciones de los precios no están vinculadas a los bonos y a la renta variable. Actúan como refugio frente a la depreciación del papel moneda.

Y, desde 2005, cuando China empezó a importar grandes volúmenes de materias primas, éstas han sufrido un incremento importante. Mientras esta tendencia iba en aumento, también aumentaban las quejas sobre el daño derivado de los movimientos especulativos.

Los inversores fueron objeto de fuertes ataques en 2008, cuando los precios del petróleo y los alimentos sufrieron un importante incremento. No obstante, los beneficios que aportan los inversores, la liquidez y la información de los precios que alimentan la eficacia de los mercados, suelen pasar desapercibidos.

La explicación más convincente a las oscilaciones del precio de las materias primas es la oferta y la demanda. En 2008, cuando el mundo desarrollado todavía crecía, y los mercados emergentes experimentaban un boom, la demanda de crudo y alimentos se disparó. Los precios del trigo alcanzaron máximos en agosto tras las sequías y los incendios sufridos en Rusia, un importante suministrador.

El reciente repunte del precio del azúcar viene provocado por las malas cosechas, y, el del maíz, por las advertencias de las autoridades de que su cultivo no estará a la altura de las expectativas. Los inversores todavía representan una pequeña parte del mercado de commodities. El mercado de crudo global tiene un valor aproximado de 1,8 billones de dólares anuales, frente a los 320.000 millones de dólares que invierten las entidades en materias primas en conjunto.

Los mercados de commodities siempre han sido volátiles. Las cosechas dependen del tiempo, y los cambios a corto plazo en la demanda no favorecen las inversiones a largo plazo, necesarias para fomentar el suministro de metales y petróleo.

Según el último estudio de la OCDE, no hay diferencia en la volatilidad entre las materias primas agrícolas que cotizan en bolsa y las que no. Según Michael Widmer, de Bank of America Merrill Lynch, los metales que cotizan son menos volátiles que los que no están presentes en los mercados bursátiles. Eso podría explicarse porque las gestoras establecen límites a la proporción de activos que representan las commodities.

Normalmente, el aumento de los precios y los inventarios no deberían coincidir, ya que, cuando estos suben, los precios suelen bajar. El hecho de que los dos se incrementen a la vez, como ha ocurrido en el caso del cobre, llevó a pensar que los especuladores se dedicaban a comprar para acumular reservas del metal, aunque no hay pruebas de que sea así. Según Kevin Norrish, de Barclays Capital, la caída en picado de los precios en 2008, similar a la que se produjo durante la Depresión, (aunque en lugar de cinco años, ocurrió en cinco meses), se debió a una reacción exagerada. Cuando los compradores dieron por hecho que se aproximaba una recesión, no una depresión, los precios se recuperaron, coincidiendo con la subida de las acciones. Las fuertes subidas del cobre desde entonces han demostrado que las apuestas eran correctas.

Con cierta frecuencia, los especuladores suelen perder importantes sumas de dinero en las operaciones relacionadas con commodities antes de que su reputación se vea afectada por su supuesta implicación en las oscilaciones de los mercados. El colapso de algunas materias primas en 2008 azotó con fuerza a muchos hedge funds.

Dicho lo cual, una nueva versión de un instrumento financiero sería ir demasiado lejos. Los reguladores de EEUU están a punto de aprobar los fondos cotizados de cobre, un vehículo de inversión que se ha hecho muy popular. Varias entidades tienen previsto ofrecerlos a sus clientes. Con el tiempo podrían crearse fondos cotizados de otros metales. Casi todas las actividades que realizan ahora los inversores están relacionadas con los mercados de futuros. Parece que el objetivo de los nuevos fondos cotizados es sacar al cobre de un mercado ya de por sí ajustado, lo que situaría a inversores y consumidores industriales en competencia directa por las existencias. Aunque no todo el mundo cree que esto suponga un problema, podría provocar oscilaciones en los precios que harían que la disputa sobre las cebollas pareciera irrisoria.


0 comentarios: