03 enero 2011

2011: El año clave para el mundo

El año 2011 que arranca será difícil, complejo y asimétrico. Un año de ligera desaceleración con respecto a 2010, con un crecimiento mundial entorno al 4%, pero con grandes disparidades en el ritmo de salida: desde el 2,3% de media en los países de la OCDE, hasta el 9% de China. Tendremos una Europa también dual, con ritmos de despegue muy dispares: del 3% para Alemania y del 0,6% para España.

Los países más endeudados, los que han tenido un mayor boom inmobiliario, y los que, como consecuencia de ello, tienen más dañada su banca y más débil el flujo de crédito, serán los últimos en alcanzar un crecimiento generador de empleo. Estados Unidos puede llegar a alcanzar en 2011 el 100% de endeudamiento público sobre PIB, situación delicada y comprometida, que podría alarmar a los mercados financieros, lo cual, de ocurrir, eliminaría el efecto refugio que ha tenido la deuda americana.

Ben Bernanque, presidente de la Reserva Federal, consciente de que el tiempo de las políticas fiscales expansivas está llegando a su fin, no ha dudado en lanzar una segunda ola de expansión monetaria (quantitative easing QE2). El objetivo es reducir los tipos de interés a largo plazo e impulsar el crecimiento económico del país. Las previsiones de la OCDE son que Estados Unidos desacelere su crecimiento hasta el 2,2% en 2011.

Los países emergentes actuarán de locomotora de los países desarrollados durante el año 2011. No obstante, empiezan a tener problemas de inflación como consecuencia del recalentamiento de sus economías. El crecimiento esperado de China (9%) para 2011, vendrá acompañado de un repunte de la inflación. Pero quizás lo más preocupante es la burbuja inmobiliaria y de activos financieros que se está generando, que de explotar, quebraría el necesario crecimiento de este país, con un fuerte impacto en la economía mundial.

La fortaleza del yuan, la debilidad del dólar y sus altas tasas de crecimiento del PIB, están atrayendo grandes masas de capitales a corto y medio plazo, inundando de liquidez el país e inflando las burbujas de activos reales y financieros.

Las autoridades Chinas se han apresurado a adoptar drásticas medidas, aumentando el coeficiente de caja de los bancos y los tipos de intereses de referencia, lo cual retroalimentará el problema inicial de la excesiva entrada de capitales. Es muy probable que durante el año 2011, China acabe consintiendo una mayor apreciación de su moneda para frenar las crecientes tasas de inflación de bienes y de activos, lo cual agradecerán el resto de países. Similares tensiones de precios y activos se observaran en otros países de Asia y Latinoamérica.

Los desequilibrios globales permanecen
La permanencia y no corrección de los desequilibrios globales que fueron origen de la crisis, sigue siendo una fuente de preocupación. La asimetría entre los superávits en las balanzas en cuenta corriente de países como China, Alemania o Japón y los déficits de Estados Unidos, Reino Unido, España y otros países desarrollados, sigue siendo un riesgo potencial que, de no eliminarse podría comprometer la recuperación mundial.

La incipiente guerra de divisas, es una muestra de las crecientes tensiones. Otro de los desequilibrios globales está relacionado con la expansión de liquidez mundial que están provocando las políticas monetarias expansivas, fundamentalmente en Estados Unidos y en menor medida en Europa, y sus efectos poténciales de crear inflación mundial. De momento, es preocupante observar que Estados Unidos no ha logrado el pretendido efecto de reducción de los tipos a largo plazo, así como tampoco la reactivación del crédito.

El tercer desequilibrio, es la lenta reducción del endeudamiento privado y público de algunos países desarrollados, y la alta y resistente tasa de ahorro de algunos países emergentes, así como su escasa propensión al consumo interno. El cuarto desequilibrio que preocupa es la incipiente burbuja de las materias primas (petróleo, metales, alimentos….) que está inflándose cuando todavía la recuperación económica mundial no esta asentada., lo cual está relacionado con la ola de expansión monetaria provocada por los bancos centrales, que al no tener apetencia por el crédito a la economía real, se refugia en alternativas más rentables y especulativas como los mercados de materias primas.

Europa germanizada
La crisis de la deuda pública soberana de los países periféricos ha puesto en evidencia las carencias de la construcción europea para hacer frente a la gran recesión del siglo XXI. Es un problema político antes que económico. La Unión Monetaria tiene que avanzar ineludiblemente hacia una Unión Económica, lo cual requiere nuevas transferencias de soberanía fiscal, laboral y de otras políticas económicas, que es lo mismo que afirmar que debemos de dar nuevos pasos hacia una mayor integración política, de lo contrario, el contagio seguirá prolongándose hacia Italia, Bélgica y Francia.

La salida de la crisis no es que Alemania se parezca a la Europa débil, sino que esta última se acerque y asemeje cada vez más a las gobernanza económica de Alemania. Existen dos visiones de Europa, no tanto en la meta final, como en el camino a recorrer para llegar a ella. Para Alemania "más Europa" equivale a más austeridad y más disciplina, su liderazgo está basado en el ejemplo. Todas las crisis han supuesto un avance en la construcción europea.

El Gobierno español no logra quitarse de encima la desconfianza creciente de los mercados financieros. Los siguientes en la lista de sospechosos de insolvencia son Portugal y España. Al final es un problema de credibilidad exterior. La desconfianza de los mercados financieros no desaparecerá hasta que nuestro Gobierno haga un planteamiento completo, integral, de todas las reformas a acometer con señalamiento de objetivos y fechas.

La continua improvisación, no es una buena compañera para generar confianza. No obstante, en el mejor de los escenarios, la economía española no alcanzará el 1% de crecimiento en 2011. El paro se mantendrá en el 20%. Habrá que esperar al 2012 para alcanzar un crecimiento que nos permita generar empleo y reducir el paro. Lo cual es posible, si antes no hemos sido rescatados.


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