02 octubre 2011

El antídoto contra la Piratería



Ni el Gobierno, ni la Comisión de Propiedad Intelectual, ni los reguladores nacionales de las telecomunicaciones o la defensa de la competencia, ni las productoras audiovisuales. Ni siquiera Bruselas. Ninguno ha logrado que los índices de piratería en Internet de España deje de aparecer, año tras años, entre los más altos del mundo.
Telefónica y sus competidores claman en público también contra estas prácticas, que comprometen –dicen– seriamente sus oportunidades de negocio en el futuro, con cada vez más peso de los contenidos audiovisuales. De momento, sin embargo, incrementa el tráfico en sus redes y constituye el principal atractivo de uso para sus clientes, que pagan cada mes religiosamente a las operadoras para conseguir acceso a Internet de banda ancha. Y esto no parece irles tan mal.
La inminente irrupción en España de Netflix, el videoclub online que arrasa en Estados Unidos con un amplísimo catálogo de cine y series a bajo precio, puede ser el mejor antídoto contra la piratería y, en consecuencia, el mayor aliado para las productoras.
La compañía, que nació en los años noventa como un videoclub que enviaba las cintas por correo al domicilio de sus clientes, se ha reconvertido en un modelo de éxito al prescindir del envío físico y ofrecer sus productos online, gracias a la popularización de la banda ancha y a la mejora del streaming, la tecnología que permite disfrutar de la película o la serie online, sin necesidad de que el cliente la tenga que descargar en su ordenador.
No es sólo que Netflix, a la que seguirá la también estadounidense Hulu y un Apple TV mejorado, con un catálogo sensiblemente más amplio que el actual, aumente la oferta legal de contenidos y, por tanto, rebaje los visionados que no respetan la propiedad intelectual.
Las compañías que operan telecomunicaciones en España, como Telefónica, Jazztel y Orange, así como los grandes proveedores de contenidos, especialmente Digital +, el gran dominador de este segmento, preparan sus propias ofertas para competir con la armada audiovisual estadounidense.
Podrán verse a través de plataformas de televisión por ADSL, pero también en el ordenador, el iPad o el televisor conectado a Internet, que los fabricantes de electrónica empiezan a impulsar en serio. Tener acceso desde casa a un amplísimo catálogo de series y películas, en alta definición, a la carta, desde cualquier dispositivo y a un precio inferior a los 15 euros al mes, disuadirá a muchos internautas de arriesgarse a perder media hora o más en descargarse una película que, con suerte, podrán ver en una calidad deficiente.
Desde la filial de Prisa parecen haber aprendido, al fin, que el binomio satélite-explotación exclusiva de cine es incompatible con la era digital y se están volcando en ofrecer sus contenidos online, en todas las ventanas posibles, directamente o con acuerdos con terceros.
La piratería digital en España, no sólo en cine sino también en música, software y, de momento en menor medida, en los libros, tiene un coste anual para el sector cercano a los 1.800 millones de euros y destruyó en torno a 12.000 empleos en 2009, según un reciente estudio de la consultora Tera Consultants promovido por la industria cultural europea.
Así las cosas, la solución al problema de la pitaría digital, que amenaza seriamente la sostenibilidad del sector, no vendrá de los poderes públicos, incapaces de frenar las descargas ilegales de contenidos o, como alternativa más deseable, impulsar una oferta legal a través de un gran portal neutro. En esta ocasión, la medicina para curar la enfermedad no está en ningún despacho. Está en el mercado, en el inagotable juego de la oferta y la demanda.
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