10 abril 2011

El casino del Petróleo

Se nos dice que las tensiones en Oriente Próximo y el Norte de África son las responsables de la última subida de los precios del petróleo, que se sitúan en máximos de los últimos dos años y medio. Mientras esta semana el Brent, de referencia en Europa, superaba los 120 dólares el barril, en Tripoli, el petróleo se situaba en torno a los 38 céntimos de euro el galón (3,7 litros).

No crean que es una errata. El motivo por el que los que están más cerca de las revueltas, en este caso, sufren menos las consecuencias de los precios que los que estamos lejos, son los generosos subsidios de Libia. Otra razón menos popular es que los mercados energéticos de todo el mundo han sido diseñados para beneficiarse de la mínima interrupción en el suministro, aunque no haya pruebas de escasez alguna.

Este frágil mercado es vulnerable a las oscilaciones de los precios cuando hay riesgo de que la demanda suba a un ritmo más rápido que la producción. En su discurso sobre seguridad energética sobre las deficiencias del mercado energético global, el presidente Obama omitió buena parte de la información más relevante.

Desde sus comienzos, el mercado de petróleo ha atraído a un buen número de especuladores. Su cometido era, y sigue siendo, necesario: permitir que las empresas que realizan actividades de perforación, almacenan y venden crudo, gestionen los riesgos que, de lo contrario, pondrían en peligro sus actividades. Se tarda años en extraer petróleo, por lo que la viabilidad de los proyectos a largo plazo resulta fundamental para el suministro. Mientras los gobiernos de ambos lados del Atlántico se replantean su normativa, hay quien plantea directamente echar a los especuladores del mercado. Aunque sería una mala idea, su licencia para especular debería limitarse.

Desde la segunda guerra de Irak, por ejemplo, el valor de los futuros del petróleo se ha multiplicado por tres, pero la producción de crudo no ha crecido, ni mucho menos, al mismo ritmo. Según el Gobierno de EEUU, este año, los especuladores han pronosticado incrementos por una ratio de 3 a 1. Cabe destacar que ese cálculo coincide con el récord histórico en la producción global registrada en febrero, y un mayor suministro suele provocar un descenso de los precios.

Podemos concluir afirmando que éste es un mercado que lleva demasiado tiempo haciendo lo que le place. No obstante, Reino Unido, Europa y EEUU están considerando introducir nuevas normas mucho más complejas, que amenazan con curar la enfermedad con más veneno, facilitando el camino para el arbitraje regulador en las principales bolsas del mundo. Estas regiones deberían estudiar una solución mucho más sencilla. En lugar de poner freno a la especulación, deberían exigir que los especuladores adelantaran más de su dinero cuando realizan operaciones. Hace ya mucho tiempo que Wall Street descartó los anticipos en las operaciones. Quizás por un buen motivo: funcionaría.
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