Pocos factores arrojan tantas sombras sobre las economías y los políticos como la subida del coste de la gasolina. La presidencia de Barack Obama, plagada hasta la fecha de crisis, puede añadir una más con la subida del precio del crudo. A principios de la semana pasada, el precio medio del galón (3,7 litros) de gasolina ascendía a 3,11 dólares (2,28 euros), 40 centavos más que un año antes. El carburante nunca había sido tan caro en enero, pero es poco probable que sea el precio más elevado que los estadounidenses paguen por él este año.
El principal culpable es el alto coste del petróleo, producto también de la recuperación económica global. Después de alcanzar los 145 dólares el barril en julio de 2008, el precio se desplomaron junto con el sistema financiero. Pero el crecimiento ha reactivado la demanda de materias primas y ha vuelto a elevar el precio del petróleo de cerca de 30 dólares el barril a mas de 90 dólares. Ante el temor a que el repunte pudiera hundir a economías vulnerables, los líderes de algunos países productores prometieron aumentar el suministro en una reunión el 24 de enero. Pero es posible que sus esfuerzos únicamente ralenticen la subida del precio.
La amenaza potencial que este hecho llegue a suponer para la economía puede depender de cómo se hayan adaptado los estadounidenses tras la crisis del petróleo de 2007-08. Es posible que los hogares estén reduciendo su consumo de gasolina. Entre 2006 y 2010, el ahorro medio de carburante de los coches nuevos y los camiones ligeros subió de una distancia de 25,8 millas (41,5 kilómetros) por galón de gasolina a 29,2 millas. Pero otros indicios apuntan a que la actividad ha vuelto a la normalidad. Hay más conductores en las carreteras, ya sea de trayecto al trabajo o de vacaciones, conforme se acelera la recuperación. En noviembre, el número de millas recorridas volvía a situarse en niveles de 2007, y es probable que este año se registre un nuevo máximo. El aumento del 13% de las ventas de coches contribuyó a la recuperación en 2010, lideradas por las compras de camiones ligeros y vehículos deportivos. A finales de noviembre del año pasado, las ventas de vehículos deportivos eran un 41% superiores a las de finales de 2009, mientras que las de vehículos híbridos caían ligeramente. Los motores de alto consumo por los que EEUU se decantó en los años 90, debido al bajo precio del petróleo, son ahora un inconveniente.
Y es probable que se produzcan nuevos incrementos. La gasolina sube generalmente entre invierno y verano. En 2008, el precio estaba por debajo de su nivel actual en el mes de enero, pero subió a más de 4 dólares el galón en verano. Ese precio sería una ganga para los europeos, que por lo general tienen que pagar impuestos más altos sobre los carburantes. Pero como la dependencia de los estadounidenses del petróleo es mayor, llegando a duplicar el consumo por persona de otros países industrializados, el incremento de los costes tiene un impacto más rápido sobre los hogares.
EEUU no puede permitirse un golpe así. La recuperación sigue dependiendo del gasto de los consumidores, que representó dos tercios del crecimiento en el tercer trimestre. Pero la gasolina está absorbiendo un porcentaje creciente del presupuesto de los consumidores. Por otra parte, James Hamilton, un economista de la Universidad de California, ha descubierto que una subida de un 10% en el precio de la gasolina se traduce en una caída de medio punto en la confianza de los consumidores. Y esto supondrá otro lastre más para una economía que aún tienen dificultades para crear puestos de trabajo.
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