Mientras que muchos mercados emergentes intentan capear un fortalecimiento desestabilizador de sus monedas con respecto al dólar, Vietnam enfrenta un problema muy distinto: una fuerte demanda de 'billetes verdes', a medida que la moneda local, el dong, amenaza con debilitarse aún más.
El miércoles, Moody's Investors Service dejó clara la extensión del problema al bajar su calificación de la deuda del gobierno vietnamita de "Ba3" a "B1", en parte debido a la presión a la baja sobre el dong y a la creciente inflación. También mantuvo su perspectiva negativa de la calificación del país, citando los crecientes problemas de deuda de la compañía estatal Vietnam Shipbuilding Industry Group como otra razón para reducir la nota.
Llámenlo el lado oscuro del auge económico vietnamita. En los últimos años, Vietnam se ha establecido como un importante centro productor para la economía mundial, atrayendo nombres como Canon e Intel y logrando algunas de las tasas de crecimiento más rápidas en Asia, después de China.
Pero la determinación del gobierno comunista de alcanzar tasas de crecimiento persistentemente altas, junto con una expansión del crédito de más del 30% anual en los últimos años, ha inundado la economía vietnamita con dinero y causado una serie de problemas para la moneda local. El exceso de capital ha hecho que la inflación se acelere más que en otros mercados emergentes, disminuyendo la confianza en el dong a medida que la población duda que el gobierno pueda manejar el aumento de los costes en los próximos meses.
A diferencia de muchos países asiáticos, Vietnam tiene un déficit comercial sustancial, que presiona aún más el dong. Los funcionarios aquí esperan un déficit de 12.000 millones de dólares este año, similar al de 2009.
Desde mediados de 2008, el dong ha perdido casi una quinta parte de su valor respecto al dólar. El tipo de cambio en el mercado negro para la moneda estadounidense está cerca de 10% por encima del oficial. Esto alimenta especulaciones de que el gobierno se vería forzado a devaluar el dong nuevamente en los próximos meses para nivelar los valores oficiales con los del mercado negro.
Los problemas de la moneda vietnamita sirven como un recordatorio de que no todos los países emergentes son iguales en momentos en que los inversores están volcando dinero en economías fronterizas de todo el mundo.
La mayoría de los vecinos de Vietnam, incluyendo Tailandia, Malasia y Corea del Sur, experimenta una valoración de sus monedas en momentos en que los inversores apuestan a un crecimiento más fuerte en Asia mientras que Estados Unidos y Europa salen lentamente de la última recesión global, lo que hace bajar al dólar y al euro.
El fortalecimiento de las monedas es un problema para muchos países asiáticos porque hace sus exportaciones menos competitivas.
Pero este no ha sido un problema en Vietnam. En cambio, los vietnamitas están acumulando dólares y otros objetos de valor porque consideran que casi todo, desde el oro y las joyas, hasta el won surcoreano, es mejor que el dong. La mayoría de las transacciones son hechas por vendedores que también ofrecen productos como camisas, zapatos y mangos secos.
La pérdida de fe en el dong también presenta un desafío para los líderes comunistas que, hasta ahora, han confiado en un rápido crecimiento económico para mantener satisfecho al país de 85 millones de habitantes. A medida que el dong se debilita, crece el coste de los bienes importados y aumenta el miedo de que se avecine una mayor inflación. El índice de precios al consumidor llegó a 11,1% en noviembre, lo que casi asegura una inflación de dos dígitos para todo el año. Se prevé un crecimiento económico de 6,7%.
El mes pasado, el banco central hizo subir la tasa de referencia para préstamos de 8% a 9% para apuntalar al dong y contener los precios, en tanto que el gobierno impuso un impuesto de 10% a las exportaciones de oro para ayudar a mantener su oferta y evitar cualquier potencial pánico. Pero no está claro si las medidas son suficiente para evitar el deterioro.
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