30 marzo 2011

¿Qué hay detrás de la caída del nivel de vida?

¿Disfruta usted de una posición más acomodada que hace dos años? Pese a que hace casi dos años que la economía del mundo desarrollado comenzó a recuperarse, la respuesta del ciudadano occidental medio probablemente sea “No”. Las autoridades han sorprendido y sobrecogido con sus estímulos fiscales y monetarios. Han evitado el completo colapso del sector financiero –no cabe duda de que los salarios de los banqueros han resistido bien–. El sector corporativo también está obteniendo buenos resultados. Incluso excluyendo a los bancos, los beneficios de las compañías del S&P 500 subieron un 18,7%, según los datos de Morgan Stanley.

Pero los beneficios de la recuperación parecen haberse distribuido casi en exclusiva entre los dueños del capital más que entre los trabajadores. En EEUU, los salarios reales han subido un total de 168.000 millones de dólares (118.950 millones de euros) desde el comienzo de la recuperación, pero esa cifra se ve superada con diferencia por el aumento en 528.000 millones de dólares de las ganancias. Dhaval Joshi de BCA Research calcula que es la primera vez en 50 años que los beneficios superan a los salarios en términos absolutos.

En Alemania, los beneficios han crecido 113.000 millones de euros en este periodo, mientras que los sueldos de los trabajadores han subido sólo 36.000 millones de euros. La situación parece incluso peor para los empleados británicos, donde los beneficios han aumentado en 14.000 millones de libras (16.128 millones de euros) frente a la caída de los salarios reales en 2.000 millones de libras. Un trabajo del Instituto de Estudios Fiscales arrojó que los hogares británicos habían sufrido la mayor pérdida de nivel de vida en un espacio de tres años desde principios de la década de 1980.

¿Son estas tendencias una reivindicación tardía de Karl Marx? El pensador escribió en “Das Kapital” que: “Esto explica que a medida que se acumula capital y por consiguiente riqueza se produce de manera pareja una acumulación creciente de miseria en la mayoría de la población”. Pero Marx también predice un descenso en los márgenes de beneficios del moribundo capitalismo, lo que sugiere cierta confusión en su análisis.

Una visión más positiva de esta divergencia entre el capital y los salarios cree que las economías desarrolladas se han vuelto demasiado dependientes del consumo y han tenido que cambiar a un modelo basado en las exportaciones y las inversiones. Esta era la opinión de Mervyn King, el gobernador del Banco de Inglaterra, cuando dijo en enero que “el descenso del nivel de vida es el precio inevitable a pagar por la crisis financiera y el posterior reequilibrio de la economía mundial y británica”.

Este razonamiento podría servir para Reino Unido y EEUU. Pero es difícil de aplicar a Alemania, donde los costes por empleado se han mantenido bajos durante una década y donde, si es necesario reequilibrar la economía, posiblemente sea a favor del consumo.

También hay una tendencia a largo plazo que explicar. Los salarios siguen representando una parte mucho mayor de los ingresos que los beneficios, pero el porcentaje que va a parar a los trabajadores lleva cayendo en toda la OCDE desde 1980. El margen ha sido especialmente marcado en EEUU: la productividad aumentó un 83% entre 1973 y 2007, pero el salario medio real de los varones subió sólo un 5%.

Este descenso en la participación de los trabajadores ha venido acompañada también por un aumento en la desigualdad de los ingresos, algo que los economistas llevan años intentando explicar. Los salarios promedio, que incluyen los beneficios de los consejeros delegados y de las estrellas del deporte, han aumentado mucho más rápido que la media. Esta prima por el “talento” puede ser reflejo de la globalización, ya que la élite puede mudarse a los países donde más se aprecien sus talentos. O también puede reflejar los cambios tecnológicos, que han generado inmensas recompensas para aquellas personas con más capacidad para aprovecharlos.

Una explicación alternativa culpa de ello a la caída de las afiliaciones a sindicatos. El los años 60 y 70 los poderosos sindicatos de las industrias manufactureras como la del automóvil pudieron exigir salarios más altos. Pero los trabajos manuales con elevados sueldos han ido cayendo desde entonces. John Van Reenen, el director del Centro de Rendimiento Económico de la London School of Economics, cree que la privatización también ha contribuido a reducir la porción del pastel que reciben los trabajadores. Los directivos de las industrias de reciente privatización tienden a despedir a los trabajadores, ya que su foco cambia de la construcción de un imperio a la maximización de los beneficios.

Un factor sobre el que tal vez debería hacerse más énfasis es el papel del sector financiero. Los bancos centrales han reducido o mantenido bajos los tipos de interés repetidamente durante los últimos 25 años con el objetivo de mejorar los beneficios de la banca y elevar los precios de los activos. Con esta ayuda, ¿sorprende que los beneficios en el sector financiero hayan superado los salarios de otros trabajos cualificados?

Los intentos de retirar esa subvención reciben como respuesta la amenaza de los bancos internacionales de trasladarse a otro país. Esto recuerda el sistema de chantaje de los gangsters de “El Padrino”. Es como si el sector financiero dijera: “Tiene una bonita economía. Sería una pena que le ocurriera algo”.
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18 marzo 2011

Invertir en Japón para valientes

La Bolsa de Valores de Tokio ha caído cerca de 13% desde el terremoto. Este es el mercado bursátil que más miedo da en la Tierra. Es uno de los colapsos bursátiles más rápidos de la historia, comparable con el de 1929 y el de 1987. Sin embargo, Japón sigue siendo la tercera economía más grande del mundo, y mucho mejor de lo que muchos imaginan. Entonces, ¿será el momento de que los valientes empiecen a comprar?

De hecho, sí, dice Ed Merner, un gerente de inversiones estadounidense que ha trabajado en Tokio durante 40 años. Hoy, el mercado ha incorporado en los precios el riesgo de una severa crisis nuclear "como si Japón, o la mitad de Japón, fuera a desaparecer. Todo se ha tirado a la basura".

Por supuesto, hay graves riesgos ecológicos y económicos. (Durante la conversación, la oficina de Merner se sacudió con otra réplica del terremoto). Pero la gente de Tokio parece tomar las cosas con calma. "Hasta ahora, no hay pánico", dice. "La gente que está yéndose son lo no japoneses". Los trenes balas al sur de Tokio parten casi vacíos, cuenta. "Si caminas por aquí, todo está bastante normal". El mayor cambio hasta el momento en Tokio es que la gente se va a casa temprano, en parte porque por los apagones de electricidad, que han afectado los trenes.

Si el país evita una mayor catástrofe, dice, entonces las acciones ya tocaron fondo. Ahora están "mucho, mucho" más baratas que durante la crisis de 2002-03 y 2008-09, y en niveles vistos por última vez en el mercado bajista de 1973-74. "Estamos volviendo a inicios de los 70 y el primer shock del petróleo", dice Merner, que dirige Atlantis Investment Research, una firma de inversión con US$400 millones a su cargo.

Para los valientes, las acciones de empresas grandes que él considera baratas incluyen las de Toyota y Honda, y las de dos de los mejores bancos, Mitsubishi y Sumitomo Mitsui. Este último tiene un dividendo de 4,2%, casi inaudito en Japón. Merner está evitando a las aseguradoras y las compañías de servicios públicos.

Las acciones de baja capitalización están aún más baratas, muchas se están cotizando en la mitad de su valor de libro o menos. En momentos como éste, ahí es donde frecuentemente se encuentran las mejores ofertas. ¿Quién es lo suficientemente valiente como para comprar acciones de una compañía chica en este entorno? Como muchas mueven un pequeño volumen de transacciones, sus precios pueden caer hasta el suelo cuando alguien se apura a vender. Pero la oportunidad y la valoración son cosas muy diferentes. El mercado puede estar barato y seguir cayendo.

En el corto plazo, el mercado está sobrevendido. "Si las noticias son neutrales", considera Merner, "veremos un repunte, definitivamente veremos un repunte".

Por supuesto, las noticias también podrían empeorar, lo que podría, al menos, posponer cualquier racha positiva.

Como les gusta decir a los corredores, no intentes atrapar un cuchillo que está cayendo. Cualquiera que esté pensando invertir en valores japoneses hará bien en tomarlo por etapas. La manera de jugar en una caída siempre es comprando poco y seguido.

Para un típico inversor estadounidense que quiere comprar en Tokio, la forma inteligente de hacerlo puede ser simplemente utilizando un fondo, particularmente uno de índice de bajo costo. Los ejemplos incluyen iShares MSCI Japan Index ETF* y el SPDR Russell/Nomura Small Cap Japan ETF.

Pero vigilen el precio que pagan. El fondo de iShares de Japón no siguió al Nikkei hasta abajo al iniciar el martes. En un ominoso signo para los inversores que van contracorriente, los cazadores de ofertas estaban comprándolas, quizás prematuramente. Al mediodía, estaba por debajo sólo el 2%.

El mercado bursátil japonés no estaba caro antes de la crisis. Ha sido el patito feo de los mercados internacionales durante años. Después de un mercado bajista que parecía durar dos décadas, muchos de los inversores en el extranjero perdieron interés hace tiempo. Sin embargo, irónicamente, algunos empezaban a voltear de nuevo durante los meses previos al terremoto. Las más recientes encuestas entre gestores de fondos habían mostrado un repunte en cuanto al ánimo, y el mercado había subido desde finales del año pasado.

Mucha gente aún piensa que Japón está quebrado y estancado. La verdad es distinta. Mientras que el gobierno japonés está endeudado profundamente, las compañías japonesas están, paradójicamente, en mucha mejor forma. Muchas han pasado los pasados 20 años arreglando sus balances y amasando efectivo. Los exportadores han prosperado gracias al auge en China. Y las familias japonesas están sentadas sobre una montaña de ahorros.

La reputación de estancamiento de la economía japonesa también está muy exagerada. Pocas personas se percatan de ello, pero durante los últimos 20 años la economía japonesa ha crecido casi tan rápido, por trabajador, como la economía estadounidense. Las diferencias han sido mínimas. El mayor problema de la economía ha sido simplemente que la población está envejeciendo, con más y más jubilados.

En los mercados, la fortuna puede favorecer a los valientes. Pero las probabilidades son aún mejores si se toma en dosis pequeñas.


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06 marzo 2011

El futuro de las divisas

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Las monedas de los mercados emergentes les han dado resultados positivos a muchos inversores. Los analistas, sin embargo, advierten contra la tentación de pensar que los buenos tiempos durarán eternamente.
En el lado positivo, la rápida expansión de las economías en desarrollo debería continuar impulsando sus monedas, lo que son buenas noticias para los inversores en acciones y bonos de esos países.
Muchas naciones, no obstante, están luchando contra la apreciación de sus divisas, principalmente porque les resta competitividad a sus exportaciones y estimula las importaciones que compiten con los productos locales. Algunos gobiernos han impuesto controles de capital y otros han intervenido en mercados para atenuar el alza de la moneda local.
La seriedad con que los países acometan esos esfuerzos determinará, en gran medida, el comportamiento de esas monedas a largo plazo. "Incluso con los controles de capital, no pienso que se vaya a poder revertir la tendencia general a la apreciación", dijo Joyce Chang, jefa global de investigación sobre crédito y mercados emergentes de J.P Morgan Chase. "Pero no estamos esperando al mismo tiempo las rentabilidades que obtuvimos en 2010", agrega.
Chang espera avances de entre el 5% y el 8% en los valores de renta fija de los mercados emergentes en este año, en comparación con las rentabilidades de entre el 12% y el 13% correspondientes a 2010.
En general, los analistas esperan avances en el caso del won coreano, el dólar de Singapur, el rublo ruso, el peso mexicano y el filipino a medida que un crecimiento económico robusto y un alza en las tasas de interés aumentan el ingreso de capitales. Entre las monedas bajo presión está el shekel de Israel, dada la preocupación sobre la seguridad en Medio Oriente.
¿Grandes cambios en el futuro?
El atractivo a largo plazo de las monedas emergentes proviene en parte de los desequilibrios en los flujos globales de inversión, lo que a su vez sugiere que se podrían producir grandes cambios. Por ejemplo, las economías de los mercados emergentes representan el 20% de la economía mundial, de acuerdo con las estimaciones HSBC Holdings, pero los fondos de pensiones de Estados Unidos tienen solamente alrededor del 6% de sus activos en acciones de los mercados emergentes.
Mientras tanto, a medida que crece la confianza en los mercados emergentes, los gobiernos y las empresas de esos países emiten deuda en moneda local. Un total de 437.700 millones de dólares correspondientes a ese tipo de deuda fue emitido el año pasado, un poco por debajo de los 452.700 millones de 2009, pero un 52% por encima de la cifra de 2008 y casi el triple que el monto emitido en 2005, de acuerdo con Dealogic. La mejoría en la liquidez en esos mercados debería, con el tiempo, atraer a un creciente número de inversores extranjeros, apuntalando todavía más a las monedas locales.
A más corto plazo, la demanda por algunos activos de los mercados emergentes posiblemente se incremente a medida que las calificaciones de la deuda de varios países sean revisadas al alza para reflejar la mejoría en las finanzas de los gobiernos, entre otras cosas. En enero, Moody's elevó la calificación de la deuda en moneda extranjera y local de Indonesia para dejarla en Ba1, solamente un escalón por debajo del grado de inversión. Los analistas dicen que Filipinas y Sri Lanka son candidatos para mejorar su calificación.
"Los tipos muy bajos en el mundo desarrollado por un largo período de tiempo" empujarán a los gestores de fondos de bonos hacia los mercados con intereses más altos y con el potencial de apreciación en sus monedas, dice Ashish Agrawal, estratega de renta fija en Asia (excluyendo Asia) de Credit Suisse Group.
Los bancos centrales en muchos países en desarrollo, donde las tasas son más altas, han intentado evitar que sigan trepando, en un intento por prevenir una apreciación excesiva de sus monedas. Durante los próximos meses se volverá más claro si los bancos centrales necesitan permitir que las tasas suban para controlar la inflación, dijo Richard Yetsenga, jefe de estrategia de divisas de mercados emergentes de HSBC.
Los riesgos
Hay potenciales peligros latentes para cualquier apuesta con las monedas de los mercados emergentes. Una preocupación de larga data es la posibilidad de que la inestabilidad en lugares como el Medio Oriente y la península coreana lleven a los fondos a refugiarse en monedas más seguras como el dólar o el yen. Otra preocupación es que un crecimiento económico más acelerado de lo anticipado en Estados Unidos y Europa, podría hacer que volvieran las inversiones al mundo desarrollado.
Si se reduce el diferencial entre los rendimientos de los valores de deuda de los mercados emergentes y los de los bonos de los países industrializados, "pienso que veremos un cierto nivel de toma de ganancias en la deuda de los mercados emergentes por parte de los administradores de fondos de bonos", dijo Olgay Buyukkayali, director de estrategia para Europa emergente, Medio Oriente y África de Nomura Securities.
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